Las especies salvajes de oveja tienen una primera capa corta y lanosa cubierta por una capa de pelo largo, recto y tosco. Este pelo ha desaparecido en las variedades domésticas; la cría selectiva de estos animales ha mejorado tanto la calidad como la abundancia de lana. La producción de lana de oveja también depende de la nutrición, del clima y de su cuidado.
Las ovejas suelen esquilarse una vez al año, en primavera o a principios del verano. En las regiones donde el clima es templado todo el año se pueden esquilar dos veces. La lana se corta muy cerca de la piel con esquiladoras mecánicas y en una sola pieza, llamada vellón. El peso medio del vellón de una oveja de la mejor variedad es de 4,5 Kg. También se obtienen pequeñas cantidades de lana de los corderos sacrificados para su consumo.
La lana de las diferentes partes de la piel varía en cuanto a la longitud de la fibra, finura y estructura. La calidad es también distinta según las diferentes variedades de oveja. La oveja merina da la lana más fina; se ha cruzado con otras variedades para que produzca lana más tosca pero más larga. Cerca del 40% de la producción mundial de lana se obtiene de ovejas merinas, y un 43%, de variedades cruzadas. El resto procede en su mayoría de variedades especiales de oveja y se utiliza en la fabricación de mantas, alfombras y tapicerías. Una pequeña parte de la lana empleada en la confección de ropa se obtiene de otros animales como el camello, la alpaca, las cabras de Angora y Cachemira (véase Cachemir), la llama y la vicuña.
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